sábado, 10 de abril de 2010

Creo

Creo en ti y en mí

Creo en lo que hay entre nosotros

No creo en dios porque si existiera

Ni tú ni yo estaríamos aquí

Creo en ti y en mí

Creo en lo que hay entre nosotros

No creo en el destino porque si existiera

Tú serias parte de otra historia

Y estas líneas no sonarían

Creo en ti y en mí

Creo en lo que hay entre nosotros

No creo en lo correcto porque si lo hiciéramos

Tú y yo estaríamos haciendo felices al mundo

Creo en ti y en mí

Creo en lo que hay entre nosotros

Creo en lo imposible

En lo incorrecto

Creo en nosotros.

Emmanuel S. J.

Para la negra y la roja.

miércoles, 3 de junio de 2009

porque me da la gana

¿Por qué?

Te beso porque me da la gana

Te amo porque me da la gana

Quiero estar contigo porque me da la gana

Amarte, estar en ti, que el amor se condense en nuestra piel porque me da la gana

Recorrer tu espalda y tu cuello como el mar lame la arena porque me da la gana

Chocar, arrancar y regresar a la calma en un instante como las tormentas porque me da la gana

Y cuando se me terminen las ganas de todo esto

Solo tendré ganas de olvidarte

Emmanuel Santiago J

miércoles, 29 de abril de 2009

Para los habitantes y los habitados

Ocupante

Ayer mire por tus ventanas tristes y descubrí que no estabas ahí, vi que alguien más habita en ese lugar.


Un extraño ocupa tu veja casa no sé quién es, ahí está como con el rostro arrancado, como alguien extraviado y se ha dedicado a pintar los muros de un color que no es tal.

Sospecho que vives en mí, que algún día te mudaste y no me di cuenta, busco para encontrarte pero no sé donde te acurrucaste, en que parte duermes.

Cuando duermo te encuentro, pero te escurres como la arena escurre entre mis dedos y el viento la dispersa.

Alguna sombra corre por los pasillos de mi memoria y de cuando en cuando abre puertas y ventanas de habitaciones derruidas, que aún se mantienen allí no sé porque motivo.

Cuando te vuelvas a mudar o si es que algún día regresas a donde vivías avísame, solo para estar seguro que exististe alguna vez.

Emmanuel Santiago J.

lunes, 20 de abril de 2009

para alguien imposible

En el lago de tu pasión soy un pato que se sumerge y no se empapa de qué sirve nadar en el lago si no me puedo humedecer.

En tu lago no quiero ser un pato quiero ser la gota que cae y trasciende en ondas y se pierde en el lago para ser parte de un todo.

Quiero amar como aman las higueras a las palmas, que rodean con sus ramas entrelazadas y de su cuerpo hace un hogar para amar a la palma, la protege sin apretar, la rodea para que crezca hacia el sol.


Corto mi corazón tan solo para que veas que esta vacio y que puedes guardar en el lo que quieras.

miércoles, 4 de marzo de 2009

dos solo dos cortitos

Fugando


De pronto la puerta se abrió, ella dio un paso, el viento entro como queriendo retenerla en aquel lugar, dio otro paso y el viento de nuevo le rugía en el rostro un mechón se soltó como queriendo regresar.


Jalo una pequeña maleta la puso en el piso y encendió un cigarro para saborear el coraje y la tristeza a los cuales estaba renunciando.

En cada bocanada de humo se dibujaba una historia y se desvanecía entre los dedos del aire y el tiempo que las arrastraban adentro de aquel espacio, todas esas historias quedarían en ese lugar.
Su figura se delineaba en el marco de aquella puerta, tiro el cigarrillo al suelo lo aplasto con sus zapatillas un tanto viejas pero que tenían algo de nuevo, mientras el tobillo se agitaba aplastando el último aliento de ese fuego.


Se inclino levanto la maletita, pequeña donde solo había espacio para lo necesario, lo demás eran recuerdos que se quedarían para siempre en ese lugar, camino, jalo la puerta quien lanzo un último grito suplicando su regreso.

Camino con una sonrisa en su boca mientras los taconcitos sonaban como las primeras gotas de la lluvia después de una sequia.


Para mi amiga Anel que regalo la frase de donde nació el cuento.


Efímero

Estaban sentados ella y el mientras miraban como el sol intentaba poseer al inmenso mar, miraban sentados en la arena mientras las olas estallaban contras las rocas como estallan las cosas imposibles en la vida.

Miraban la inmensidad, mientras el mar intentaba sujetarse a la arena y en sus intentos dibujaba y borraba los imposibles de la vida.

El volteo a verla y le dijo me amas ella guardo silencio mientras el mar mojaba los pies de ellos, el le dijo dime que amas.

Ella lo miro y con su dedo en la arena escribió te amo, una ola entro arranco un pedazo a lo escrito, entro otra y borro un poco mas y otra ola más se encargo de no dejar rastro de lo que alguna vez existió en ese pedazo de arena.

El guardo silencio y miro de nuevo como el sol había desaparecido en su intento por poseer al mar y las olas estallaban en las rocas como estallan los sueños en la vida.

Emmanuel Santiago J.

lunes, 16 de febrero de 2009

Para los perros del mundo

Tres días


Tres días llevaba afuera de esa casa, lo vi desde el primer día que llego y se sentó algo esperaba de ese lugar, de pronto caminaba un rato dando vueltas y se volvía a sentar pacientemente, con su pelo enredado y amarillento por andar en la calle.

Era pequeñito con ojos negros y un destello de luz, como una pequeña estrella perdida en la inmensidad de un cielo negro, estuvo sin moverse por tres días lo observe desde mi ventana, ¿que podía tenerlo a la expectativa?, sin comer solo mirando, esperando como quien espera la muerte.

Un día la gente salió de la casa y llevaban una linda perrita, un poco más alta que él, solo la vio caminar, sin tomar un poco de aire por la impresión, se hecho en el piso coloco su cabeza sobre sus patas la miro irse indiferente de él.

Comprendí porque esperaba, sentí lo que él sentía, Salí para solidarizarme con el lleve un platito con comida para que su espera fuera menos dura, el solo me veía de reojo no quitaba la vista por donde se había marchado ella, deje el plato a un lado, entre a mi casa de nuevo lo vi que se movió, olfateo y no probo nada se volvió a acomodar a esperar.

El tercer día impaciente daba vueltas veía por un lado por otro, espero la noche salieron los vecinos de la casa, el se emociono espero un rato más en la banqueta, busco y vio un pequeño hueco en lo alto de la pared, brinco y fallo en su primer intento pero él no se rendiría tan fácil, brinco de nuevo hasta que logro entrar en el hueco, poco a poco se deslizaba solo podía saber lo feliz que estaba por la manera en que agitaba su cola.

Entro no se escuchaba nada, espere unos minutos cuando escuche unos ladridos, y su pequeña cabeza tratando de salir, cayó a la banqueta al tratar de escapar.

Se paro miro por el hueco, mientras ella ladraba un rotundo no, el solo la miro dio la vuelta y se fue marchando en sus patas con la cabeza clavada en el piso.

Se fue al poco tiempo lo vi de nuevo, afuera de una casa un poco más flaco, esperaba echado en la entrada, quien sabe que esperaba esta ocasión pero en sus ojos se adivinaba que ya no esperaba lo mismo.


Emmanuel Santiago J.

domingo, 8 de febrero de 2009

pa quien lo entiende

Vivir


El estaba sentado en la banca de un parque como desde hace 40 años lo hacía, Genaro desde hace 40 años rutinariamente llegaba a la misma banca, se sentaba con una bolsita de papel en sus manos.

Todo mundo sabía que él estaría en el mismo lugar, estaba en esa banca mientras el tiempo pasaba como las hojas de los arboles pasan levantadas por los vientos del invierno.
Genaro tomaba su bolsa de papel mientras metía su mano y la sacaba para aventar el arroz a las palomas, las cuales ya podía distinguir, este ritual de alguna manera lo hacía sentir vivo desde hace 40 años.


Pero ese día el se paro como lo hacía desde hace 40 años, fue a la tienda compro el arroz y se dirigió al parque, caminaba lento arrastrando ligeramente los pies, llego se sentó metió la mano en la bolsita lanzo el arroz, sonó en el piso, y nada sucedió, tardo en reaccionar, las palomas estaban inmóviles, en una estatua viéndolo, Genaro por primera vez vio esa estatua, las miro y ellas lo veían, el silencio lo invadió todo como el preámbulo de algo.

De nuevo metió la mano, tomo el arroz y lo aventó una vez más, cayó uno a uno como la lluvia, mientras el sonido se esparcía por todo el parque como gritando algo. Las palomas lo vieron de nuevo, Genaro quedo atónito se vieron por unos segundos, se miraron como diciendo que algo irremediablemente ya no estaba, había desaparecido, las palomas volaron.

Genaro quedo aturdido, un viento corrió, de alguna manera los 40 años se agolparon en ese momento se le dibujaron todas las arrugas, el pelo se le platino, las palomas con el aleteo le gritaban algo que comprendía y que había perdido desde hace 40 años, la rutina le había arrancado casi medio siglo.

Nunca pudo tomar la decisión, nunca se arriesgo. Las palomas decidieron lo que Genaro desde hace mucho tiempo evito. Algo rodo por su rostro y golpeo el piso dividiéndose en minúsculas partículas, Genaro se levanto y se marcho perdiéndose entre los pasillos del parque.
Las palomas ni el volvieron nunca más.

Emmanuel Santiago J.